Una de las actividades más gratificantes de las muchas que conforman la actividad política de un Alcalde, es sin duda la de poder celebrar matrimonios civiles y ejercer de maestro de ceremonias, todo ello en virtud de las atribuciones que el Código Civil nos otorga.

Ya he tenido la ocasión de vivir esta experiencia en varias ocasiones. La última este pasado fin de semana y con dos personas muy conocidas en Guadalupe porque han sido trabajadores en el Centro de Salud de nuestro pueblo. Me refiero a Reyes y Eva, dos sanitarios que tuvieron que esperar dos años para poder decir el sí quiero ante todos. A juzgar por la experiencia mereció la pena la espera.

Cada ceremonia y cada casamiento tienen su particular manera de desarrollarse y de ser. Resulta muy satisfactorio poder participar y a su vez disfrutar de este tipo de acontecimientos, y en este en concreto, tuve esa sensación de cercanía y de poder aportar mi granito de arena a un momento especialmente importante para los contrayentes, sus familias y sus amigos.

Con experiencias y momentos como estos, compensamos la ingratitud de otros -haberlos los hay- recargándonos las pilas para seguir afrontando los compromisos adquiridos con la ciudadanía y los retos que van surguiendo en el camino de la acción pública.