Hay decisiones políticias cuyas consecuencias tardan tiempo en conocerse, cumpliéndose aquello del tiempo da o quita la razón a las personas. Estoy convencido desde la intuición -más que mi escasa experiencia en la materia- que por mucho que nos empeñemos en conocerlas con antelación a veces nos sorpredemos, a veces erramos y otras acertamos. Nadie tiene la verdad absoluta en nada, y es sumamente complicado precisar el alcance que tiene o tendrá una decisión política, por mucho que nos empeñemos. Son demasiadas variables y muchos elementos los que afectan y en ese puzzle resulta absolutamente complejo vaticinar de pleno en el efecto que va a tener.
En política y en democracia hay una serie de herramientas, de normas y de reglas de juego, que están para usarlas cuando sea necesario. Pero además, quienen ostentan una responsabilidad y una representatividad concreta de unos intereses determinados, legitamadas en un proceso democrático, tienen el derecho y la libertad para hacer uso de las normas democráticas establecidas con tal de llevar a buen puerto sus ideas o su acción de gobierno. En ocasiones se ejerce mediante el voto a favor o en contra de una determinada decisión o propuesta gubernativa, en otras ocasiones mediante la abstención y con carácter extraordionario también mediante la aplicación de una moción de censura, como una excelente fórmula para reprobar una acción de un gobierno, y ofrecer una alternativa.
A juzgar por los motivos que se alegan con respecto a la moción presentada por Guillermo Fernández Vara, no tengo nada que objetar, y es más, creo que está en su derecho de presentarla por lo anteriormente expuesto. Respecto a las consecuencias que ello tendrá -máxime sabiendo que no prosperará tras la decisión de abstención por parte de IU- resulta muy complicado precisarlas con exactitud, aunque hay alguna que parece evidente: Se ofrece una oportunidad «de oro» para que el PSOE presente en el hemiciclo, y por tanto al pueblo extremeño, su alternativa de gobierno, y con ella su otra visión de Extremadura. En cómo se vea esta, y cómo se sientan identificados los extremeños con ella, radicará el primer éxito o fracaso de esta, el cual se reflejará en el mayor o menor respaldo que se tenga, primero en las elecciones europeas y después en las autonómicas y locales, aunque un año da de sí para mucho.
Con respecto a otros argumentos y otras causas que estos días llenan páginas en la prensa regional, poco que decir, y poco que garantizar, pues como he escrito anteriormente hay cuestiones en la política que tienen desenlaces poco exactos, y en este campo las matemáticas y el 2+2=4 no funcionan, como se ha demostrado en numerosas ocasiones. Lo cierto y verdad es que el movimiento es cuando menos arriesgado, aunque absolutamente justificado y enmarcado en las reglas del juego, que es lo que pesa más y lo que nadie puede rebatir. Del resto de motivaciones o justificaciones, cada cual arrimará el ascua a su sardina, y será muy complicado ponerse de acuerdo.