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Minas del Arca del Agua

Hoy celebramos por segundo año consecutivo el Día del Geoparque Villuercas Ibores Jara en la Blogosfera, y como impulsor de la iniciativa no puedo dejar de participar y dedicar un tiempo a contaros algunas de mis sensaciones, emociones e incluso reivindicaciones sobre uno de los geositios que más me gustan, y que se ubica en mi pueblo, Guadalupe.

 Oficialmente el geositio al que me refiero se denomina «Minas del Arca del Agua» y está clasificado como el número 41. Desde mi punto en este geositio existen una serie de elementos que lo hacen especialmente atractivo a todos los públicos: por un lado el paisaje que lo rodea y la ubicación de las mismas; por otro lado la historia de su construcción y la estrecha relación entre la misma y el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe; y finalmente su valor cultural, que hace que nos encontremos ante una de las obras hidraúlicas más antiguas de la Península y un ejemplo vivo de ingeniería hidraúlica.

Para mi, como villuerquino y guadalupano, es una de las joyas de nuestro Geoparque, por lo dicho anteriormente y por el contacto que desde pequeño siempre he tenido con este lugar, sorprendiéndome cada vez que tengo la ocasión de reencontrarme con él, y procuro hacerlo cada vez que tengo ocasión de ello.

Desde hace algunos meses y a raíz de una propuesta presentada por el concejal José Vázquez Alonso en el Ayuntamiento de Guadalupe para declarar bien de interés cultural a otra construcción singular como es el molino del Estanque que se ubica también en este pueblo, no he dejado de husmear e investigar por muchas vías, pero especialmente utilizando las redes sociales e internet la historia, los valores, la documentación existente y otros aspectos, que me han permitido disponer de un archivo documental creo que muy completo, y en el que han participado personas como el propio José Vázque y David Fernández-Ordóñez, uno de los Patronos de la Fundación Juanelo Turriano, que me ha facilitado buena parte de ella.

Hay algunas publicaciones accesibles a través de la red como el artículo «La Presa del Estanque y el Abastecimiento a Guadalupe» de Manuel Díaz-Marta y David Fernández-Ordóñez, o otro como el denominado «Precisiones Históricas sobre la Presa del Estanque y el Abastecimiento a Guadalupe», ambos de la revista «Obras Públicas». Estos nos detallan de modo muy nítido el alcance e importancia de las Minas del Arca del Agua y todo lo que supuso, además de otros detalles de relevancia que nos permiten afirmar que estamos ante un «tesoro» y nunca mejor dicho «una mina» para la cultura y también para el Geoparque.

Aunque en realidad el Geositio son las Minas del Arca del Agua, este se integra en un elemento más completo al que se denomina » Abastecimiento de Agua a Guadalupe», y que no es sino una obra de ingeniería que se construyó en Guadalupe en el siglo XIV y que consistía básicamente en aprovechar los manaderos naturales en una zona de la Sierra y concentrar el agua, para después conducirla hasta las fuentes del Pueblo y del Monasterio, mediante un sistema de canalización por gravedad, todo ello con una gran precisión y documentado en un libro, al que se le ha denominado «Libro de los Caños», un códice que se empezó a escribir en 1540 y que nos revela mucha información de este conjunto. Además, otros documentos que se custodian en el archivo del Monasterio también nos ofrecen datos que permiten afirmar que estamos ante algo insólito, original y único.

Esta obra se divide en varios elementos: Minas de captación, arca, túnel del cerro Horadado y la propia red de conducción de 5,6 Km. y abastecimiento a fuentes y depósitos.

Las minas son quizá uno de los elementos más llamativos, de donde se recoge el agua a través de unas canalizaciones cerámicas (barro cocido) y se depositan en un arca, donde se filtran y se conducen hasta Guadalupe, mediante un sistema de conducciones cerámicas con respiraderos y arquetas, que atraviesan el cerro Huracao u «Horadado» mediante la construcciòn de un túnel, y después siguiendo las curvas de nivel y alimentándose de arroyos, llega hasta Guadalupe.

Esta maravilla de la historia, de la ingeniería y del legado cultural de Guadalupe, su Monasterio y la Puebla, bien merece un reconocimiento y protección especial, tal y como ya he reivindicado en numerosas ocasiones y lo hago cada vez que tengo oportunidad. No podemos permitir que algunas herencias como estas acaben extinguiéndose fruto del abandono, la falta de interés o la vista gorda de las entidades e instituciones públicas. Me consta -y además tengo documentos que así lo avalan- que desde la fundación a la que antes me he referido han remitido ya a la autoridad competente del gobierno de Extremadura los informes favorables y la solicitud pertinente, pero mucho me temo que, o empezamos a movernos desde la sociedad civil, o al final todo seguirá igual.