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La contienda verde que no cesa

En las últimas semanas estamos asistiendo a muchas movilizaciones del sector agrario, que reclama unos precios justos y que indignado, no se resigna a que el mercado incontrolado y descontrolado les esté asfixiando, por estar en manos de quiénes sin trabajar la tierra o manejar el ganado, son los verdaderos ganadores del valor añadido que la siempre necesaria demanda de los mercados, garantiza, pues está claro que todos tenemos que comer y que la mayoría de las materias primas proceden del campo, casi siempre localizado en las zonas rurales que, además sufren la sangría de la despoblación.

La complejidad que significa para nuestro país formar parte de la Unión Europea, que en estos momentos se tambalea ante el Brexit, hace pensar con toda lógica -y de hecho ya es noticia- que las ayudas que vienen sosteniendo a la mayoría de los cultivos y explotaciones agrarias, ponene en serio peligro el mantenimiento de las explotaciones menos competitivas, desprotegidas y de menor tamaño. Sin entrar sobre el impacto de la PAC en todos estos años, y si realmente se han destinado los fondos de manera adecuada para mejorar la competitividad y el posicionamiento de los productos, tengo que confesar que estamos ante una coyuntura nada sencilla, y que no se resuelve de modo exclusivo, ni de manera unilateral por un gobierno local, regional, ni siquiera por un estado, enmarcado en un complejo jurídico como es la Unión Europea, con un tratado muy contundente.

A pesar de ello, en mi humilde opinión los problemas se empiezan a resolver siendo conscientes de ellos, lo cual parece todos las partes lo son. Después, y por lo anteriormente expuesto no queda otro camino que ir de la mano, todos a una, fortaleciendo el diálogo y en la medida de lo posible aplicar nuevas fórmulas y nuevos espacios jurídicos, que contribuyan al menos a proteger la calidad de los productos, garantizar unos precios mínimos en origen y sobre todo acabar con quiénes utilizan el abuso, la competencia desleal o la coacción ante la debilidad de los pequeños agricultores, en ocasiones desprovistos de esa capacidad necesaria para hacer frente al poder del mercado.

Es hora de potenciar el cooperativismo y asociacionismo agrario como nunca antes. Es hora de que no se manipule a la gente, y se pretendan abanderar causas absolutamente crónicas, arrastradas desde hace décadas. No se puede hacer leña del árbol caído y pretender arremeter contra quiénes tienen la responsabilidad política de gobernar. La culpa no es de nadie y es de todos. Por ello, conviene seguir impulsando y fortaleciendo las mesas de negociación, de diálogo y de consenso para acometer la lucha común que nos toca. Sólo así, demostraremos madurez y sobre todo, seremos capaces de posicionar a nuestro país, con sus particularidades, dentro de un ámbito europeo, que cada vez se estrecha y se complica.

Ojalá que esto nos sirva para cambiar entre todos las cosas. El sector agrario, la subsistencia y dignificación de miles de familias del medio rural, bien merecen el esfuerzo común y el coraje, necesarios para ello.

Imagen: https://www.suez.es