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Entre la pena y la gloria

Siempre tuve claro que, decidir trabajar para tu pueblo desde el cargo de Alcalde significaba un compromiso firme y vocacional con la mejora de la vida de tus convecinos. Así lo entendía y entiendo, y así he experimentado con lo que a continuación os relato:

En marzo de 2018, concretamente el día 10 de marzo de aquel año, cuando regresaba a casa tras una intensa jornada junto a los vecinos de la Calle Cáceres, escribía en mi página de Facebook las palabras que ahora os traigo, y que han nublado mis ojos esta mañana, cuando las leía ante los vecinos a los que con orgullo les entregágamos la obra de esa calle recepcionada. Este texto los escribía ese día, en el que tomé la decisión de abrir la calle con una gran retroexcavadora para evitar que la casa de Pedro y Guadalupe, siguiese emanando agua por todos sitios. El texto, que aún permanece en ese espacio era este:

«Ya en casa, después de unas horas complicadas y difíciles. Orgulloso de los vecinos y todas las personas que han arrimado el hombro para ganarle una nueva batalla al barranco del Cisquillo. Aún no ha terminado la guerra y tenemos que ganarla entre todos. Por mi parte no va a quedar. A aprovechar la tregua que la naturaleza nos ha dado para recuperar fuerzas por si son necesarias en las próximas horas.
Ha sido uno de los días más difíciles de mi etapa como alcalde, pero también de esto se aprende…»

A día de hoy mantengo con firmeza que fue mi episodio más complicado, como también quiero compartir con todos la felicidad y el orgullo que siento hoy, por haber realizado el trabajo, por haber sido parte de este desenlace que ha significado poder arreglar los problemas existentes, ofrecerle seguridad y tranquilidad a esos vecinos, y sobre todo tener la conciencia más que tranquila porque se hizo todo lo posible y más. Del momento más fatídico al más feliz. Así es la política, y así se vive desde una posición nada fácil que me toca ocupar.

Mi agradecimiento a todas las personas e instituciones que nos ayudaron: todos los grupos políticos municipales con sus concejales tanto de esta como de la legislatura pasada, el arquitecto José Carlos Salcedo, el ingeniero técnico de Obras Públicas Juan José Montero, Domingo Fernández y Fernando Aranda de la Confederación Hidrográfica del Guadiana y también a la Presidenta de la Diputación de Cáceres, mi querida Rosario Cordero.

Y cómo no gracias a esos vecinos pacientes y comprensivos que creyeron en mí y en mis palabras cuando les dije que encontraríamos el desenlace y acabaríamos con el problema.

Hoy el pueblo de Guadalupe ha enterrado una pesadilla, un mal crónico que arrastraba corriente abajo el arroyo del Cisquillo y que, gracias a todos, hemos logrado vencer. El problema continúa aguas abajo y aunque ya no afecta, a viviendas sigue existiendo en los aparcamientos . No hay que olvidarlo y hay que seguir buscando soluciones para acabar esta obra iniciada. Ojalá que más pronto que tarde sea posible.