Ayer se abrió oficialmente la novena semana europea del Geoparque Mundial UNESCO Villuercas Ibores Jara, un acontecimiento consolidado y obligado para todos los geoparques que forman parte de la red europea. Una oportunidad para hacer visible el compromiso de los territorios con el proyecto colectivo que supone formar parte de este club selecto y sobre todo de promocionar y difundir los valores y recursos endógenos que lo hacen posible.
Robledollano acogió esta apertura y allí, en representación del Grupo de Acción Local, APRODERVI, tuve ocasión de dirigir unas palabras a todas las personas que asistieron y que quise -intencionadamente- centrar en uno de los problemas -a mi juicio- que estamos padeciendo ya en esta comarca y que es el despoblamiento o despoblación de nuestros pueblos, que empezamos a notar sobremanera y que nos ocupa y nos preocupa.
No es fácil abordar el despoblamiento, y creo que no es un asunto que dependa en exclusiva de un pilar o de un ámbito concreto. Más bien, y así lo transmití ayer, se trata de un elemento transversal que afecta a muchos elementos y sobre todo que necesita de un trato integral o integrador, y del concurso de todas las personas que directa o indirectamente tienen relación con el medio rural.
La baja densidad demográfica unida a un desequilibrio territorial que concentra la población en unos pocos puntos trae como consecuencias de este problema, agravado por las bajas tasas de natalidad que apuntan hacia una sociedad envejecida en un espacio territorial en gran parte despoblado, inciden no sólo en aspectos estructurales como el desequilibrio del sistema de pensiones por la disminución de la población activa sino en el propio ámbito de los derechos de los ciudadanos.
Hay muchas causas que provocan esta situación, y no es exclusivamente el empleo, como pudiera poder pensarse, aunque es obvio que ocupa un papel importante en ello. A veces, como ocurre en municipios con mucha actividad económica y empresarial (como pudiera ser el sector turístico en Guadalupe) que tienen empleo, afectan aspectos como la precariedad, la falta de dignificación de una profesión como es la de camarero o cocinero, que sustituyen en ese desprecio o desapego generacional a lo que antes era el trabajo en el campo. Resulta curioso como en el sector de la Hostelería, el más importante de Guadalupe, hay muchos trabajadores que son foráneos y sin embargo, nuestros jóvenes emigran a Ibiza, a destinos de costa o incluso a la capital de España, a hacer lo mismo que podían hacer en su pueblo, pero obviamente con mejores sueldos y condiciones, y sobre todo con otros valores que necesitan como puede ser el ocio.
No es la despoblación un mal menor, sino que además provoca efectos colaterales que afectan a la dotación de recursos públicos externos y por tanto a garantizar la igualdad de condiciones con respecto a los territorios denominados urbanos, provocándose un desequilibrio territorial de mucho calado y que dificulta la inversión del proceso, si no es con el concurso de la población local, con procesos de enfoques ascendentes de participación y obviamente con el apoyo incondicional y firme de las Administraciones Públicas con políticas que tengan que ver con la incentivación de la diversificación económica, el acceso a la vivienda o el apoyo a la actividad emprendedora. Esto, enfocado para el mantenimiento de los recursos humanos del territorio, pero también para buscar y captar flujos de fuera hacia dentro. Para eso, las infraestructuras tecnológicas y la fibra óptica son fundamentales para permitir el teletrabajo, como también lo son la red de transportes, el acercamiento de los grandes centros de formación como la Universidad y muchas más iniciativas que deben impulsarse e incentivarse.
Valoro muy positivamente las políticas que la Diputación de Cáceres está realizando al respecto y creo que su apuesta es valiente y decidida, características necesarias para cambiar las cosas y para invertir el proceso que se ha iniciado y que cuanto antes debemos revertir.