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1º república española La Flaca 19th century

BREVES REFLEXIONES SOBRE LA REPÚBLICA

Imagen: http://es.wikipedia.org

Desde hace varios días y a raíz de la visualización del documental «Las Maestras de la República» vengo dándole vueltas en mi cabeza a algunas cuestiones ideológicas que tienen mucho que ver con la educación, pero también con algunas reflexiones que tuve la suerte de escuchar y compartir en Brozas, el día 16 de abril de 2011,  de la voz de Julio Anguita, con motivo del  homenaje a Pedro Antonio Blanco Aldeano, compañero y amigo, por parte de Izquierda Unida de Brozas.

En contra de lo que muchas personas creen, la República es un sistema político absolutamente democrático y plural, es decir que admite todas las ideologías posibles y en el que caben todas las formaciones políticas (de derechas, de izquierdas y de centro). Es un sistema que se rige por una constitución «republicana»  y con un principio rector fundamental: la igualdad de las personas ante la Ley.

El desarrollo de una serie de acontecimientos en los últimos años, que tienen mucho que ver con el deterioro de la clase política y sobre todo la pérdida de credibilidad de una institución como la Monarquía en España, por motivos ampliamente conocidos de todos, nos hace pensar y reflexionar sobre la necesidad o quizás la oportunidad de volver a poner sobre la mesa un cambio de rumbo político que permita recuperar la esencia de la democracia y de un modo concreto, volver a alcanzar algunos valores y aspectos que en los momentos actuales están siendo  absolutamente secuestrados a causa de una crisis económica que han provocado unos pocos, que ha supuesto la creación de nuevas desigualdades y que empieza a otorgarle más poder a los que más tienen, a costa de pérdida de derechos, libertades y también de clases sociales.

Del sistema de enseñanza que las maestras y maestros de la República llevaban a cabo, y que la película a la que me refería al comenzar a escribir refleja de manera absolutamente  nítida y transparente, tengo que confesar que no tengo nada que objetar, sino más bien todo lo contrario, lo reivindico e incluso lo hubiese querido para mí y me encantaría que mis hijos y las generaciones venideras pudieran recibir una educación similar, con todos los matices que se les puedan añadir. No ha habido en la historia reciente de España una apuesta tan clara y contundente por la formación de las personas, por la igualdad y por la cultura. Algo que lamentablemente se rompió con la dictadura franquista y que en todos estos 36 años de democracia no ha logrado recuperarse, máxime en los últimos tiempos en los que incluso parece que retrocedemos en el tiempo con los recortes educativos y con las desigualdades de oportunidades que se presentan dependiendo del poder económico de cada cual e incluso del lugar en el que uno viva. Algo absolutamente objetivo que no ofrece -al menos en la actualidad- discusión alguna.

Se refiere Anguita a la III República en numerosas ocasiones, lo pone de manifiesto en su libro «Conversaciones sobre la III República»  y también habló de ello en aquella ocasión en Brozas, hace ahora casi tres años., donde de manera sencilla e ilustrada nos habló de Constitución Republicana de la Francia revolucionaria de 1793 y de cómo su contenido ya reflejaba la mayor parte de los valores democráticos que hoy en día se recogen en las cartas magnas de cualaquier país democrático. Ya en aquel entonces se recogía que la «enseñanza debe estar al alcance de todos» y otra serie de derechos y libertades que hoy en día, y precisamente por las políticas restrictivas y al servicio de los mercados que los gobiernos aplican, comienzan a debilitar a los que menos tienen, y provoca también que empiecen a originarse movimientos sociales del tipo «Campamento Dignidad» que irán multiplicándose a medida que esta situación se agrave, y que pueden derivar en situaciones indeseables.

Tengo que decir que Julio Anguita no es santo de mi devoción, aunque reconozco que hay cuestiones de fondo que comparto plenamente con él y con las que me identifico. Creo sinceramente que muchas personas que dicen ser progresistas no tienen ningún inconveniente para ello, pues al fin y al cabo hay cuestiones que independientemente de quien las defienda son universales, entre ellas algunos derechos y libertades, y algunas formas de gobierno y algunas experiencias que han funcionado en nuestro país y podrían funcionar, más o menos matizadas, por el bien común y colectivo de todos.

Demasiados agujeros y fisuras en nuestro sistema actual motivados por muchas cuestiones (políticas, económicas, judiciales…) nos hacen reflexionar sobre estas cuestiones y plantearnos -desconozco en qué modo y bajo que fórmula- si tendríamos que recuperar del pasado algunos elementos y cambiar el marco constitucional actual.