Como ya escribiese y dejase eternamente impregnado en el memorial de frases y citas célebres el poeta nicaragüense Rubén Darío en su «Canción de Otoño en Primavera», la juventud es un divino tesoro, una etapa de la vida hermosa y enormemente valiosa, especialmente para quiénes superadas sus fronteras ansían regresar hacia atrás y recuperar el vigor que la vida nos ofrece y los valores que en ella se atesoran, atrevidos, intrépidos y absolutamente impolutos de contaminaciones y de malos propósitos, que con demasiada frecuencia surgen cuando caminamos hacia otras metas en nuestra vida. Siempre he defendido a los jóvenes, sus posibilidades y su potencial. Lo contrario no tendría sentido pues fui «técnicamente» joven hace poco tiempo y me siento abnsolutamente joven de espíritu y de intención.
Hoy he tenido la suerte de compartir un rato con los alumnos/as del taller de empleo «Guadatours» promovido por el Ayuntamiento de Guadalupe y financiado por el SEXPE, el Ministerio de Empleo y Seguridad Social y el Fondo Social Europeo. Lo he hecho reflexionando sobre la necesaria concienciación ambiental que todos tenemos que asimilar para nuestra vida cotidiana, y también para nuestra vida profesional, cada cual en su ámbito específico.
Les he transmitido la necesidad y la oportunidad que en estos momentos les ofrece el sector turístico, concretamente en el marco del pueblo de Guadalupe y también en todo el Geoparque de Villuercas Ibores Jara. Oportunidad que se presenta de manera clara, pero que necesita de un pequeño esfuerzo y motivación, buena parte de la cual se posee precisamente por ser joven y gozar de esa bondad que la vida nos brinda.
Jóvenes con talento, con ganas y con un marco propicio conforman un caldo de cultivo singular que necesita de poco abono, aunque algo sí. Espero que esta oportunidad de formación concluya con éxito y que en un futuro inmediato surja algún proyecto empresarial emanado de ella, y que no sea «una más» de tantas que acaban en el olvido y no maduran como debiesen.